Los estudios de la Unidad de Lípidos y Arteriosclerosis del Hospital Universitario Reina Sofía, que dirige Francisco Pérez Jiménez, y con quien trabaja el doctor Fernando López Segura, han demostrado que la dieta mediterránea y, en concreto, el aceite de oliva, no sólo reduce el colesterol en la sangre (evitando problemas cardiovasculares), sino que tiene un efecto beneficioso sobre la tensión, previene de la formación de coágulos y protege del cáncer de colon y mama. Sin embargo este régimen saludable no se sigue tanto como se promulga. De hecho, Andalucía es una de las regiones con mayor índice de infartos.
Para dar a conocer los beneficios de este oro líquido sobre la salud, los doctores López y Giménez celebran cada verano unos seminarios, que este añohan indagado, además, en el papel del aceite en la cultura de los pueblos del mediterráneo.
-¿Cuándo comenzaron a celebrarse los cursos de verano sobre el aceite de oliva y cuál es su objetivo?
La Unidad de Lípidos y Arteriosclerosis del Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba lleva ya diez años organizando un curso de verano sobre el aceite de oliva, basado, fundamentalmente, en su repercusión en la salud, pero que también aborda su papel en la cultura del Mediterráneo, ya que forma parte de ella desde hace unos 10.000 años. El primer seminario lo celebramos en la sede almeriense de la Universidad Complutense de Madrid. A partir de ahi, hemos impartido los cursos en Córdoba. El último, que finalizó el pasado 13 de julio, tuvo lugar en Valencia, en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, bajo el título «El aceite de oliva, fuente de salud, cultura y riqueza de los pueblos mediterráneos». En este encuentro se ha analizado, además de la dimensión saludable de esta grasa líquida, los nuevos retos para su comercialización o su papel en el flamenco.
-Es más que conocido que este producto de la dieta mediterránea es beneficioso para prevenir enfermedades cardiovasculares, pero ¿qué otros provechos reporta?
La verdad es que ahora estamos empezando a conocer sus efectos sobre la salud. Es cierto que algunos ya están más que demostrados, como que ayuda a reducir el colesterol. Incluso el Departamento de Fármacos y Alimentos de Estados Unidos (FDA) «bendijo» hace tres años a este producto, aprobando que era efectivo para bajar el colesterol, gracias a los trabajos realizados, más de la mitad elaborados por expertos del Reina Sofía. El aceite trabaja, en este caso, de la siguiente forma: aumenta la actividad de unos receptores que tenemos en las células que se encarga de eliminar la lipoproteína de baja intensidad de la sangre, el colesterol «malo», para entendernos. Además, ya tenemos datos que apuntan que el aceite de oliva es beneficioso para hacer frente a otros factores de riesgo cardiovasculares, como la diabetes. Consumir una dieta mediterránea rica en esta grasa hace que las personas diabéticas necesiten menos insulina. Incluso en los no diabéticos, se comprueba que también precisan menos esta hormona para metabolizar los hidratos de carbono.
-¿En qué otras líneas de investigación se está trabajando?
Junto a las ya citadas, las investigaciones también apuntan a que consumir aceite de oliva, sobre todo, virgen, tiene un efecto beneficioso sobre la tensión. Además estamos empezando a conocer su valía como anticoagulante. Hasta hace unos ocho años, se pensaba que las grasas favorables eran los omega 3, que proprociona el pescado. En 1997 empezamos a publicar la posible incidencia positiva del aceite y la dieta mediterránea sobre la coagulación. Nos queda mucho por andar, pero hoy podemos asegurar que tiene un efecto antiagregante y, además, es la única grasa capaz de aumentar la capacidad natural que tiene el organismo para disolver los coágulos (sistema fibrinolítico).
-Se habla de que el futuro está en la capacidad antioxidante del aceite de oliva virgen...
Así es. Hasta ahora, del aceite de oliva se ha hablado, sobre todo, de la incidencia de su parte grasa sobre el colesterol y la diabetes. Pero tenemos claro que el futuro de las investigaciones está en la parte que no es grasa, y que representa el cinco por ciento del producto. De ella conocemos unas 400 sustancias distintas, pero posiblemente existan miles; se trata de los micronutrientes, donde, posiblemente, radique su efecto antioxidante, su valor como protector contra el cáncer y preventivo sobre el deterioro intelectual, entre otros. Sin duda, es el gran campo de estudio en el que se tiene que empezar a indagar. Con respecto al efecto antioxidante, se trata, sin duda, de una cuestión interesantísima. En teoría, nosotros no envejeceríamos ni moriríramos si no nos oxidáramos. Incluso el colesterol «malo», si no se oxida, no es capaz de producir arteriosclerosis. Podemos decir que la oxidación es la base de todas las enfermedades crónicas, como el Alzheimer o el cáncer. Si podemos protegernos de ella, prevenimos estas enfermedades. Ya hay estudios que demuestran que el LDL de las personas que consumen aceite de oliva se oxida mucho más lentamente que el de los que consumen grasa animal o aceite de semillas.
-Entonces, ¿puede prevenir el cáncer?
Existe un amplio estudio epidemiológico, realizado en Estados Unidos, en el que se hizo un seguimiento a 63.000 mujeres durante siete años y se comprobó que las que consumían más aceite de oliva tenían un 30 por ciento menos de incidencia de cáncer de mama. Hay otros grupos, como el de Eduardo Escrich, de la Universidad Autónoma de Barcelona, que en investigaciones experimentales han demostrado cómo el aceite de oliva disminuye la proliferación de las células del cáncer de mama, mientras que el aceite de maiz la aumenta. Se puede concluir que, no sólo este producto, sino todos los que componen la dieta mediterránea protegen de este tipo de cáncer y del de colon.
-Pero, a pesar de llevar una alimentación sana, la genética también juega un papel importante en la metabolización de los alimentos, y hay personas más propensas a desarrollar diabetes o tener colesterol que otras.
Es cierto. De hecho, ésa es una de las principales líneas de investigación que estamos llevando a cabo en el Reina Sofía, la relación que existe entre los genes y la dieta, más concretamente, la respuesta de los diferentes tipos de grasas según los genes de cada individuo. Hay personas que consumen grandes cantidades de grasas saturadas y no les sube el colesterol, mientras que otras experimentan un aumento importante de los niveles con pequeñas dosis. En cualquier caso, hay una serie de características generales que son incuestionables; la dieta mediterránea y el aceite de oliva son muy beneficiosos, pero dentro de esa generalidad hay individuos que responden más que otros a estos regímenes saludables.
-¿Y la dieta mediterránea puede hacer honor a su nombre?, es decir, ¿se sigue tanto como se promulga?
En absoluto. Una cosa es lo que predicamos y otra , lo que se hace. El gran problema que tenemos en España, y, en particular, en Andalucía, que curiosamente es la zona que produce el 70 por ciento del aceite de oliva, es el gran número de infartos que se registran. De hecho, nuestra comunidad, junto con Canarias, son la dos regiones con más incidencia de infarto del país porque son donde menos se sigue la dieta mediterránea. Se está perdiendo. Y el consumo de carne se ha multiplicado por tres desde los años 60 hasta el 2000. Tomamos 1.200 calorías más por persona en ese mismo periodo, habiendo disminuido de forma muy importante el ejercicio físico. Además, hemos bajado de un consumo de unos 40 a 60 centímetros cúbicos de aceite por día y persona a menos de 30.
-Pero las grasas son necesarias...
Evidentemente. No hay alimentos malos, lo perjudicial es excederse en cualquiera de ellos. Sin embargo, es necesario consumir poca cantidad de grasa saturada y polinsaturada.
-¿Qué porcentaje de cordobeses presentan niveles elevados de colesterol y sobrepeso?
Entre un 20 y un 30 por ciento de la población presenta problemas de este tipo. Un nivel normal de colesterol siempre debe estar por debajo de los 200 miligramos por litro de sangre.
-¿Y cuáles son los principales riesgos relacionados con el exceso de lípidos en el organismo?
El desarrollo más rápido de la arteriosclerosis, es decir, la obstrucción de las arterias, que ocasiona, como consecuencia, el infarto de miocardio y la trombosis cerebral. Esta es la causa que provoca la muerte del 40 por ciento de la población en la actualidad.
-¿Son los hombres más propensos a padecer problemas cardiovasculares?
Normalmente el hombre tiene más predisposición a los problemas cardiovasculares que la mujer porque éstas están protegidas por sus hormonas hasta la menopausia. El tabaco ha ocasionado que en la mujer disminuya esa protección natural y aumente el riesgo a padecer problemas cardiovasculares al hombre.
-¿Y con respecto a la población infantil? ¿Entran en su consulta más casos de niños con problemas de sobrepeso?
Sí y se trata de uno de los grandes problemas de la salud pública. Los niños tienen en su sangre el mismo colesterol que presentaba un adulto en los años 60. A pesar de las campañas que se hacen para prevenir estas afecciones, los casos van «in crescendo». Entre un 10 y un 20 por ciento de la población infantil presenta problemas de sobrepeso y obesidad. Estamos creando niños enfermos que, cuando sean adultos, se convertirán en personas muy enfermas.
-Es evidente el éxito de los productos «milagro», que combaten problemas como el colesterol o previenen el envejecimiento, pero, ¿hasta qué punto son fiables?
Se denominan alimentos funcionales. Hace un mes, salió una normativa europea que obliga a que todas las alegaciones de salud que se digan de un alimento estén respaldadas por investigaciones serias. Eso ha hecho que muchos de estos alimentos estrella desaparezcan del mercado y que permanezcan otros, como los esteroles vegetales que añadidos a otros alimentos, como la margarina, producen un descenso importante del colesterol.
Fuente: www.abc.es